Reflexiones acerca de los Circuitos Económicos Solidarios

Reflexiones acerca de los Circuitos Económicos Solidarios como propuesta a la construcción de Economías Alternativas para las Mujeres
Por: María Cristina Pineda Pineda 1
Para dar inicio a esta reflexión, es necesario pausar la mirada para revisar un concepto bastante mencionado en nuestro diario vivir, pero tal vez, poco reflexionado: la economía. Este concepto comúnmente es asociado con el dinero. Por esto es común que cuando se habla de economía, se piensa generalmente en una forma de intercambio mediada por el dinero que nos permite obtener bienes materiales y cubrir necesidades en las personas y comunidades. Adicionalmente la economía en su acepción teórica nos indica que, para satisfacer las necesidades, se cuenta con recursos escasos los cuales deben distribuirse eficientemente entre la sociedad. Lo anterior promueve que las formas de producción deben ser eficientes y rentables, implicando en muchas ocasiones, que deben ser explotadas la fuerza de trabajo y los recursos naturales para producir con eficiencia.
Profundizando sobre el sentido y significado de la palabra economía, encontramos que el término en sus raíces latinas nos habla del “oikos” que significa hogar común y “nomos” que se refiere a la distribución o administración, es decir, es una norma, de armonía, que implica justicia, “en su sentido radical, indica la justicia que preside y proporciona la organización de la casa común. Sin justicia no hay economía” (Mancini, R. 2018).

Lo anterior convierte a la economía, desde una mirada amplia, en la práctica necesaria y cotidiana de una comunidad que le permite suplir necesidades, existir, permanecer, reproducir la vida, de todos y todas, seres vivos y no vivos que habitamos en un hogar común: el planeta.
Comprender la complejidad del significado de la economía, nos invita a repensar las razones por las cuales ha sido vista principalmente como un medio de valor (medido en pesos $) a través de la cual podemos conseguir bienes y/o servicios para satisfacer una necesidad, que incluso en muchos casos, es una necesidad creada. También nos invita a pensar ¿por qué la forma como está organizada la economía actualmente en la sociedad, hace que, muchos seres, no tengan resueltas sus necesidades para poder reproducir y mantener la vida?
De allí que hoy en día se convoca a la sociedad a mirar de nuevo la economía y a transformarla, no solo para vivirla desde lo monetario, sino revisando la forma en que debemos organizarnos como humanidad para ordenar nuestra casa común, de manera que todos los seres vivos, humanos y no humanos, podamos seguir reproduciendo y garantizando la vida, a través de la resolución de nuestras necesidades. Esta mirada invita a considerar un enfoque de la economía que se ocupe de la reproducción de la vida, adicional a la producción del capital para la acumulación.
Con lo anterior no se quiere decir que el dinero y el mercado no sean necesarios, se quiere expresar más bien que en su justa medida, son importantes para aportar a la economía, pero que existen otras formas de hacer economía, tan válidas como las formas que propone el capitalismo.

Uno de los objetivos misionales de la Corporación Vamos Mujer es el mejoramiento de las condiciones materiales de vida de las mujeres, lo que nos ha implicado reflexionar, proponer y actuar a través de acciones diversas que propendan por garantizar los derechos económicos de las mujeres. Creemos entonces que las economías alternativas provenientes de la corriente devenida de la economía social y solidaria, se siguen ratificando como una gran apuesta para contribuir a este propósito.
Por lo tanto, hacemos un reconocimiento y valoración a las propias prácticas económicas que realizamos las mujeres en nuestra vida cotidiana, en las cuales el cuidado de la vida está siempre presente y se materializa entre otras cosas; en el trabajo doméstico y cuidado del hogar; también en la forma como asumimos el trabajo comunitario para propiciar bienestar colectivo.
Esto implica una resignificación de la economía, entendida como una práctica en donde el cuidado doméstico, los trabajos comunitarios, los intercambios de productos y servicios y las donaciones entre otros; son formas importantes de hacer economía sin que el dinero sea el mediador para la obtención del beneficio o en la suplencia de la necesidad.
Estas reflexiones se han alimentado de la corriente que a nivel mundial promueve la “economía feminista o economía del cuidado” como una forma de entender y vivenciar la economía, en procura de transformar las relaciones inequitativas que entre el trabajo productivo y el trabajo reproductivo se plantean, en donde solo se cuenta el trabajo productivo realizado generalmente por el hombre como un factor de economía, mientras que el trabajo de reproducción de la vida y cuidado del hogar realizado generalmente por las mujeres, no se considera igual. Es así como la economía feminista propone dirimir esta diferencia con el fin de transformar relaciones patriarcales y equilibrar el papel de la mujer en la sociedad.

Desde el punto de vista monetario, investigaciones realizadas por la Corporación Vamos Mujer2 con familias de algunos municipios del Nordeste y del Oriente Antioqueño nos permite evidenciar prácticas de la vida cotidiana de las mujeres rurales, que dan cuenta de importantes aportes a la economía familiar.
Se han encontrado con que éstas, aportan aproximadamente el 26% de los ingresos familiares. Estos ingresos derivan principalmente de producciones del traspatio con productos como la cebolla de rama, algunas hortalizas, carne de pollo, huevos, leche y derivados lácteos, que terminan siendo un aporte principalmente para el autoconsumo y la seguridad alimentaria familiar, pero que, a su vez, le permiten generar algunos ingresos monetarios a las mujeres para su autonomía económica.
Esta situación es una clara evidencia de la forma como las mujeres han logrado insertarse en los mercados formales e informales a través de la oferta de productos que componen la canasta básica familiar, convirtiéndolas en un eslabón muy importante que oferta productos de primera necesidad para el consumo.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, los productos para la venta se mueven en los mercados tradicionales, bajo una lógica capitalista, casi especulativa, en donde los precios son puestos por otros, la mano de obra no es valorada suficientemente y las utilidades van a bolsillos de terceros. Es decir, el esfuerzo productivo de las mujeres y sus familias, está alimentando y acrecentando la economía capitalista donde la explotación de unos, es la fuente primaria para lograr la acumulación de otros. De allí, que los retos que representan el cambio de visión de una economía acumulativa y explotadora hacia una económica centrada en la reproducción de la vida de todos los seres que habitamos el planeta, son grandes.
Particularmente, desde la experiencia institucional, se vienen adelantando acciones que, desde el enfoque de la economía social y solidaria, buscan humanizar la economía y recuperarla, para que ésta vuelva a cumplir su vocación de garantizar la reproducción de la vida de todos y todas. Es el caso de los Circuitos Económicos Solidarios – CES – como un camino posible en la construcción de alternativas económicas que busquen suplir las necesidades de todos y todas poniendo en el centro la vida.

Este planteamiento, es una búsqueda por la “liberación de la economía”, de las reglas del mercado capitalista actual, en el cual, la fuerza productiva del trabajo realizada por las personas está siendo explotada para el beneficio y acumulación de unos cuantos, en donde el único medio de valor aceptado es el dinero, limitando los medios y las formas en que una sociedad puede vivir bien.
Un Circuito Económico Solidario (en adelante CES), por lo tanto, es una forma de estructuración de un grupo de personas o de una comunidad, que se organiza a partir del consumo y la producción de todo aquello que se necesita en ese grupo, haciendo economía en forma de circuito, es decir, desde una estructura circular en donde los productos, la fuerza de trabajo, el dinero, los beneficios; se quedan en el grupo. Es una forma solidaria de atender nuestras necesidades.
Es por ello que, la oportunidad de explorar la implementación de CES se posiciona como un camino posible para mejorar e insertar a las mujeres y a sus familias, en mercados que les permitan obtener mayores fuentes de ingresos pero que a su vez generen otros intereses más allá del dinero, en donde la satisfacción de las necesidades amplias de todos, humanos y no humanos; sea lo más importante.
Un CES debe funcionar de tal forma que, lo que unas personas producen, le pueda servir a otras, y lo que se consume y no se produce, se aprenda a hacer y se creen iniciativas productivas al interior del circuito, que generen fuentes de empleo y, por lo tanto, de ingresos.
Es una forma de mantener una economía entre un grupo de actores solidarios, en forma de circuito, evitando que el dinero y los beneficios producidos, salgan, por el contrario, que circulen; impidiendo en todo caso que el dinero vaya a la economía de mercado. De esta manera esta propuesta busca que las personas o grupos que hacen parte del circuito, se presten servicios, se vendan productos, intercambien entre ellos, hagan donaciones, entre otras, generando un flujo cerrado de intercambio.

Para la implementación de un CES es necesario que se cumplan varios requisitos, entre ellos:
- Que el grupo o comunidad tome la decisión y la voluntad de conformar el circuito.
- Que el grupo elabore un diagnóstico de los consumos de las personas o familias que hacen parte; teniendo en cuenta servicios, productos, volúmenes, valores. Estos productos pueden ser alimentos, productos de aseo, otros productos elaborados, entre otros. Esta información arroja un consolidado de los consumos de todas las personas.
- También es importante conocer el tipo de servicios que se pueden ofrecer, qué productos se elaboran, qué saberes existen; lo anterior con el fin de tener proveedores dentro del grupo y promover iniciativas o proyectos productivos que puedan abastecer algunos de los consumos, es decir, tener la posibilidad de organizar una producción bajo demanda.
- Otro requisito consiste en organizar la demanda y la producción a través de diversas propuestas, de acuerdo con los contextos, con el fin de poder recibir y entregar productos.
- Igualmente, debe quedar pactado un compromiso de las personas que conforman el circuito, de consumir por lo menos un porcentaje de lo que se consume en su interior para generar el flujo, e ir valorando el funcionamiento para realizar los ajustes pertinentes.
- Por último, es importante organizar el circuito de manera que, los excedentes que se generen puedan convertirse en un fondo para apalancar nuevas iniciativas y generar crecimiento al interior.
De acuerdo a las características anteriormente descritas, percibimos que la incorporación y redimensión de otras prácticas económicas solidarias y comunitarias, entre ellas, los CES, promueven oportunidades para las mujeres y para los excluidos, al ser éste un camino de reflexión comunitario, entre hombres y mujeres donde se cuestiona lo establecido por el sistema capitalista, se reconoce la explotación laboral y se cuestiona la división sexual del trabajo; con el propósito de promover sociedades más justas y sustentables para el Buen Vivir.
Por ello se promueve la liberación económica al generar fuentes de ingreso propias, desde donde las mujeres puedan acceder a oportunidades de empleo digno a través de los emprendimientos productivos y a recursos de formas distintas al uso del dinero. Es una liberación económica en tanto que entiende que las labores de reproducción como las de producción, están ligadas e interconectadas en la economía.
Sin embargo, no se puede asegurar que exista un solo camino en la búsqueda de la liberación económica, ya que la diversidad que nos habita como seres humanos y sociales, abre todo un abanico de posibilidades y rutas, todas ellas, opciones viables, que incluso han sido aplicadas en otras comunidades del mundo. El gran reto de esta iniciativa está en el encuentro entre el pensamiento y la voluntad, entre la conciencia y las ganas de transformar, entre la propuesta y el hecho como tal.
Hoy en día como sociedad, estamos tan alienados frente a la economía de mercado, a la explotación, al consumo y a la publicidad, que lograr estas transformaciones es complejo. Sin embargo, en nuestra necesidad de cuestionar lo establecido, de luchar por las inequidades, de dar voz a otras voces, de problematizar el sistema patriarcal, nos motiva la acción para la construcción y transformación. Para la Corporación Vamos Mujer, este es un camino en el que creemos, que nos soñamos y el cual vamos andando de la mano con las mujeres y sus familias, con algunos aciertos y otros desaciertos, pero con el sueño de construir nuevos rumbos hacia eso que llaman “utopía”. Ilustraciones: Jennifer
Notas de pie de página
- Médica veterinaria y docente universitaria. Actualmente Asesora Territorial de la Corporación Vamos Mujer.
- Investigación realizada por la Corporación Vamos Mujer con la cofinanciación de Ginebra Tercer Mundo, entre 2019- 2021 sobre consumos y demandas de las familias campesinas “Las mujeres organizadas con las comunidades campesinas, caminamos juntas construyendo territorios con paz y equidad” en los municipios de Santo Domingo, Nariño, Argelia, Sonsón, del Departamento de Antioquia.